sábado, 5 de noviembre de 2011

Mi familia

   No somos una familia convencional. Salva y yo nos conocimos hace casi 8 años, los dos eramos separados, él con dos hijos, María de 7 años y David con cinco y yo con una hija de también 7 años. Salva es de Barcelona, trabajaba allí de policía local y yo de Granada. El del Norte,  yo del Sur, pero Internet hace milagros. Los comienzos fueron difíciles, tardó más de un año en conseguir una comisión de servicio en Granada, mientras tanto iba y venia cada 15 dias, ¡ con el pánico que le tenía a los aviones!.
 
  
    Cuando por fin le dieron la comisión pensábamos que ya eramos felices, pero empezaron los problemas verdaderos: la unión de los niños, cada uno de su padre y de su madre, todos pequeños, con sus costumbres y normas diferentes. De repente me encontraba de estar sola con mi hija a ser familia numerosa. Las primeras vacaciones fueron horrorosas. A los niños de Salva le costaba trabajo adaptarse a la nueva situación y la mía una chinchosa. Comenzaron los celos entre las dos niñas, quien era mejor que la otra y aunque lo habíamos hablado que no íbamos a discutir por los niños, la situación nos sobrepasó a los dos. Pero seguimos adelante poniendo tiritas donde podíamos.
  
   Decidimos tener otro hijo, uno que fuera de los dos. Pensareis que estábamos locos, si lo estábamos, nos queríamos tanto que deseábamos un hijo juntos. Y no fue tan fácil, dos abortos previos, el último de  cinco meses de gestación. Después de cada aborto tenia un brote de Esclerosis múltiple, cada vez más cansada, más vieja. Y por fin llegó, Isabel, un cuatro de septiembre del 2007, vino como es ella, anticipándose, con prisas por jugar, por disfrutar de una vida, nuestra niñita, no se me olvida la cara bobalicona de Salvador cuando le cortó el cordón umbilical. ¡Que felicidad!.
 
  Después del parto, como no, otro brote, una neuritis óptica y los brazos dormidos y así llegó la navidad y nos vimos con cuatro niños, yo cansadisima ya que Isabel tenia cólico del lactante y las noches no eran muy buenas, Salvador trabajando. Y la casa de locos, los niños chillaban, jugaban, y todo por medio. Y David, un niño inquieto, que no paraba; así termine la Navidad, terriblemente cansada y con una televisión de 29 pulgadas desparramada en el suelo gracias a un empujoncito de David.

   Tuve que adaptar toda mi vida, coche familiar de siete plazas, camas para el aumento de familia, y mucha paciencia, aunque tengo que reconocer que de vez en cuando la paciencia se acababa y se llevaban unos gritos. A veces era como el chiste: ¡Cariño, tus niños y mi niña le estan pegando a la nuestraaaaaaa...!
 
   Pero todo pasa, todo llega y llegó la calma, los niños han ido creciendo y nos fuímos complementando los unos con los otros, las niñas ya eran amigas y se llevaban bien y David... bueno, David sigue rompiendo cosas. Pero eramos, a nuestra manera, una familia, MI FAMILIA

    Asi, que ironías de la vida, cuando todo marchaba sobre ruedas, llegó ella, una inquilina no deseada, y se instaló volviendo a desmembrar la familia, la ELA, la maldita ELA. Pero eso sera otro capitulo, EL DIAGNOSTICO.

  

1 comentario:

  1. Vaya, empiezas con buen ritmo en el blog. De donde sacas el tiempo? Eres una superwoman? Encantada de conocer al resto de la familia.
    Ha... Cuidado con no dejar a Salva encerrado en el coche, Ja ja ja!!
    Besos a todo el clan.

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